En nochevieja de 1993 nació Pablo, el hijo de Juan y María.
Juan y María, pensando en el futuro de Pablo, decidieron invertir inicialmente 5.000 euros con una aportación mensual de 500 euros.
Hoy, 20 años después, Juan y Pablo han ahorrado 181.000 euros, pero Pablo ya cuenta con 915.886 euros gracias a la rentabilidad y a una cosa que se llama interés compuesto.

¿El problema? Que probablemente esto nunca llegó a pasar.
¿Por qué? Fíjate lo que estaba pasando en marzo de 2009. En ese momento Juan y María habían invertido una suma de 96.000 euros, pero el valor de la inversión era 94.000 euros.
Es altamente probable que Juan y María vendieran sus inversiones en 2009, bombardeados con noticias negativas relacionadas con la crisis financiera y “perdiendo” dinero 16 años después de un duro ahorro mes a mes.
El proceso inversor es muy complejo psicológicamente.
¿Cómo garantizar la ejecución del plan? Con un asesor financiero que controle tus emociones y te recuerde constantemente tus objetivos y plazos de inversión.
No es cuestión de suerte, sino de disciplina y compromiso.