Hoy vengo a hablar de la volatilidad, como ya anticipé en el primer artículo de la serie de publicaciones para no financieros donde abordaba el efecto de la inflación sobre nuestro patrimonio.
La volatilidad es la oscilación del valor de una inversión en el tiempo. Cualquier activo, acción de una empresa, participación de un fondo de inversión, bono, obra de arte o inmueble sufre una variación de su precio a lo largo del tiempo, incluso el dinero que tenemos en el banco en la cuenta corriente varía diariamente con respecto a otras divisas, pero esto lo veremos más adelante. Aunque no seamos conscientes convivimos con volatilidad en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, aceptar esto es aceptar la realidad que nos rodea, alejándonos así de la peligrosa pero cómoda ignorancia.
Lo importante no es la fluctuación de la inversión a corto plazo, sino la tendencia de largo plazo.
Pero ¿por qué se «mueven» nuestras inversiones? La mayoría de las fluctuaciones de corto plazo se producen cuando los propietarios de las inversiones toman decisiones de comprar o vender irracionalmente. Las grandes fuerzas psicológicas que motivan a las personas a tomar estas decisiones son dos: la codicia y el miedo. Y si se piensa bien es completamente lógico, ambos sentimientos nos definen como seres humanos. Nuestro cerebro está programado para evadir la incertidumbre porque, como está demostrado, la incertidumbre (inducida por la volatilidad de la inversión) genera una situación muchísimo más estresante que saber con certeza que algo muy dramático va a ocurrir paulatinamente, como la pérdida de poder adquisitivo a largo plazo por el efecto de la inflación. Atesorar dinero sin una estrategia que bata la inflación supone garantizar una pérdida permanente del ahorro. Dicho de otra forma, de tu esfuerzo, sudor, tiempo y empeño.
Al contrario de lo que pueda parecer, el hecho de que una inversión fluctúe presenta una gran oportunidad para comprar barato algo que en el futuro valdrá mucho más. Si no existiera la volatilidad no habría ventanas de oportunidad para catapultar un patrimonio. Lo importante es saber trabajar en un entorno de volatilidad, no ignorar su existencia.
La clave del éxito de los mejores inversores del mundo es entender que la volatilidad no es igual al riesgo, es igual a oportunidad.
El valor está ahí fuera, sólo pasa de las personas impacientes a las personas pacientes y correctamente asesoradas en momentos de pánico injustificado. Con este gráfico muestro la evolución de 10.000€ desde que España entró en el euro, invertido en cuenta corriente (nula volatilidad), en renta fija de corto plazo y en renta variable internacional. La diferencia es radical.
En resumen, si quieres obtener rentabilidad a largo plazo es necesario que tu inversión tenga volatilidad. Y, para que esto no te genere situaciones de estrés, comparto contigo estas 5 ideas que te ayudarán a mantenerte sensato y con el enfoque que necesitas:
- La volatilidad es oportunidad.
- Cualquier cosa que ocurra en el mercado hoy, ha sucedido en el pasado (con otro envoltorio) y por supuesto, sucederá en el futuro.
- La inversión diversificada a largo plazo garantiza mejores rendimientos que el resto de los activos de corto plazo.
- Sustituye YA el vínculo emocional crisis = pérdidas por crisis = rebajas.
- Vigila tu liquidez, ten siempre cash a mano o en un fondo de corto plazo para posibles imprevistos.
En el próximo artículo hablaré de la diversificación, otro concepto clave en la planificación financiera personal y que la inmensa mayoría de la población pasa por alto.
Contáctame si quieres que te ayude a valorar, de forma personalizada, el grado de conexión que hay entre tu distribución patrimonial (el medio) y tus objetivos en la vida (el fin).
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