No sólo estamos luchando contra un virus. Estamos luchando contra el confinamiento, contra la incertidumbre de lo que pasará y contra el miedo por nuestra propia salud.
Y si estás leyendo estas líneas es probable que también estés luchando por preservar tu patrimonio o tomar buenas decisiones financieras.
Esta es la fotografía de caídas desde máximos a fecha del pasado viernes 22 de marzo.
El oro, que supuestamente actúa como activo refugio, también ha caído. Al igual que la renta fija e incluso criptodivisas como el Bitcoin.
Lo normal en este tipo de situaciones de mercado es que la inmensa mayoría de ahorradores e inversores tomen malas decisiones financieras que deriven en perdidas patrimoniales importantes.
Por ejemplo, durante el mes de enero y febrero cuando el mercado estaba en máximos históricos los españoles invirtieron en fondos 3.500 millones de euros, más que en todo 2019. Sin embargo, tan sólo durante las dos primeras semanas de marzo, cuando el mercado ya estaba mucho más bajo se desinvirtieron 3.300 millones de euros.
¿En qué clase de negocio se puede ganar dinero comprando a un precio superior del que vendemos? Este es el problema de no tener un buen asesoramiento y una forma de trabajar metódica.
En retrospectiva, es obviamente un error pero el inversor que lo hace está plenamente convencido de que es lo mejor, y hay que entenderlo porque como profesionales deberíamos saber que está completamente influenciado por los sesgos conductuales.
No está usando el neocortex en la toma de decisiones, sino la amígdala cerebral.
El objetivo de hoy es ver qué cosas son importantes y qué cosas podemos controlar.
Lo más importante en estos momentos es hacer un ejercicio de reflexión para recordar por qué empezamos a invertir en un primer momento.
¿Se empezó a invertir como consecuencia de una planificación? ¿o simplemente “para rentabilizar el dinero”?
Determinar esto es fundamental, porque invertir sin planificación es como salir del garaje con el coche sin saber dónde vas. Estás conduciendo (invirtiendo). Sí. Pero no tienes un destino (por qué, para qué y cuánto)
Sin planificación la probabilidad de cometer errores en el proceso es altísima.
Con los clientes intentamos trabajar mucho esta fase de planificación previa a la inversión.
Determinar para qué estamos invirtiendo, cuánto importe necesitamos acumular para ese fin, y cuándo vamos a rescatar el dinero, son los cimientos de un proceso exitoso porque nos ayuda a alejarnos del ruido para centrarnos en lo que importa.
La primera conclusión es, que si el objetivo y el plazo que nos preestablecimos no ha cambiado, no deberíamos cambiar ni un ápice el plan que trazamos originalmente en el diseño de la planificación financiera.
No importa lo que pase en los mercados. Como si se acaba el mundo. Debemos mantenernos firmes con el plan.
¿Qué podemos controlar?
Para esto tenemos que hacer un análisis histórico y estadístico de los mercados. Las correcciones en los mercados son algo normal, por suerte todo se puede medir y los datos están registrados desde hace décadas.
Partimos de la base de que todos los años la bolsa mundial tiene caídas intraanuales del 14,5 % de media. Aunque la mayoría de años cierre en positivo, de ahí que a largo plazo sea rentable invertir. Las caídas por lo tanto son normales y necesarias.
Lo que diferencia lo normal del efecto Coronavirus es que estamos en un mercado bajista. Un mercado bajista se da cuando el precio de las compañías (no la valoración) caen más de un 20%. No todos los mercados bajistas de la historia han ido acompañados de una crisis, como pasó en 1987, pero muchos sí.
Para nuestro análisis no es muy importante saber si habrá una recesión o no. Tampoco es muy importante el tiempo que el mercado continúe cayendo. El factor clave es aquí es el drawndown (la caída desde máximos) porque estamos trabajando con una tesis de inversión que se apoya en la regresión a la media.
¿En qué consiste esta efecto de regresión a la media?
Cuando en un mercado el precio de los activos se desvía mucho de la tendencia histórica (por encima o por debajo), tarde o pronto, los precios convergen a la media.
Ahora bien, esto sólo aplica cuando trabajamos de forma diversificada. NO cuando compramos una acción.
Cuando una acción cae en picado no necesariamente tiene que volver a subir luego. Puede quebrar la compañía y el accionista perder toda la inversión.
Pero, cuando compramos el mundo entero, esto sí sucede. ¿Por qué? Porque la tendencia de fondo es la evolución del PIB mundial y los beneficios empresariales, que siempre han sido y serán crecientes gracias al aumento del comercio internacional y al aumento de la demanda (aumento de la población).
Como hemos visto la principal bolsa del mundo, la americana (S&P500), ha caído casi un 32%.
Según datos de Morningstar han habido 8 mercados bajistas en el S&P500 en el último siglo.
Algunos han durado 3 meses y otros casi 3 años, pero como decía el tiempo cayendo no es lo que nos interesa valorar ahora.
Veamos cuánto hemos caído respecto a la media y qué pasa después.
La profundidad media de las caídas del S&P500 en el último siglo es de un 39%. Si excluimos las dos crisis más importantes financieras, de naturaleza diferente a esta, la media baja a un 29%.
Por tanto, el mercado de renta variable ya ha caído por encima de la media (32% vs 29%).
Por tanto, la segunda conclusión es que de deben rotar las carteras aumentando exposición en esta clase de activo de forma diversificada y gradual. Es decir, recomprar los mismos negocios de calidad que ya teníamos pero a un precio inferior.
¿Por qué?
Porque lo que sucede después son revalorizaciones de más del 150% de media.
Dicho de otro modo, es momento de comprar con método, diversificación y visión de medio/largo plazo. Es la forma de aproximarnos más rápido a nuestros objetivos usando esta volatilidad a nuestro favor.